Para el Padre Yermo las misiones fueron un grande sueño en su vida como sacerdote, queriendo llevar a todos el Evangelio, sin importar lo difícil y gravoso de esta empresa como el la llama.  Pensó en el futuro de la Congregación como una rama dentro de la Iglesia que llevaría a los infieles la Buena Nueva de Cristo en todo el mundo.

El mismo nos lo expresa en sus notas intimas y en sus varios escritos: “Que felicidad la mía, si logro no ser sólo yo, quien trabaje y sea siervo y amigo de Cristo, luchando por extender su reino, sino que mi apostolado se multiplique por ministerio de las hermanas”.  (ASC pág. 77).

“En todo debo moverme y dejarme llevar de tu Santo Espíritu, y no de mi deseo. Pero no sé qué confianza siento, espero y sé que se realizará la misión de la Tarahumara, aunque por ahora no tengo en qué fundarme humanamente. Es más, Señor, creo que después Tú llevarás a la Sociedad por todo el mundo. Yo trabajaré más para que las hermanas sean santas, estaré más atento a no salir nunca de tu Divino Corazón, mortificarme cuanto más pueda, con sencillez.”  (ASC pág. 82)

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