1 “Virgen Santísima . . . alcánzame la profunda humildad, el verdadero espíritu de sacrificio para que no sólo acepte, sino que ame la cruz, sea cual fuere.” (ASC p. 15)

2 “Quiero ser humilde en toda ocasión, aunque tenga que martirizar mi alma.” (ASC p. 17)

3 “Mis propios defectos no me dejan levantarme con los grandes favores que el Señor me hace; pero tampoco me abaten, ni me quitan la confianza en Dios; por el contrario, mientras más débil me reconozco, más me abandono a su amoroso Corazón que siempre sostiene mi debilidad.”
(ASC p. 18)

4 “Sólo quiero servirte Dios mío. Retírame alabanzas humanas. Podría traicionarte mi soberbia, quiero nada más tu complacencia, que aún entre el sufrimiento me hace gozar de la verdadera alegría.” (ASC p. 29)

5 “¡Cuántas veces yo, si por la gracia de Dios no llego a rechazar el desprecio, por lo menos me extraño del trato que recibo de alguien, yo que nada merezco!” (ASC p. 38)

6 “Quiero la deshonra y quiero sufrir el desprecio de todos para imitarte como verdadero amigo.” (ASC p. 37)

7 “Si Dios permite par a mí la más grande humillación, será para confundir mi soberbia y yo diré agradecido: Bueno es para mí que me hayas humillado, Señor. Debo prepararme para esa humillación, si Dios quiere, y lo haré humillándome desde ahora; para esto me sobran motivos. Lo bueno que hay en las obras que Él ha puesto en mis manos, es todo de Él; mías son las imperfecciones, las no pocas miserias, los malos ejemplos . . . “(ASC p. 46)

8 “Yo soy nada más lo que soy y eso sólo lo sabe mi Padre Celestial, único testigo de mi vida íntima. Quiero sufrir por El, con El y en El, sin honor y sin gloria. Nada soy, nada valgo. Es el amor suyo que me arrebata y fortalece.” (ASC p. 58)

9 “Señor, aunque yo juzgue necesario mi honor sacerdotal para mantener las obras que Tú mismo me has confiado y pese a mi gran resistencia, me dejo en tus manos y te hago el completo sacrificio, constándome mucho . . . Señor, si no fuera por Ti, preferiría la misma muerte.” (ASC p. 37)

10 “Me siento confundido, humillado y agradecido, pero sobre todo resuelto a darme de veras, a no detener el paso jamás, a dejarme totalmente en sus manos, para que El haga de mi pobre vida lo que Él quiera.” (ASC p. 41)

11 “Tú, Señor, puedes hacer de este pobre pecador, un santo y tengo plenísima confianza en que así lo harás y con esto demostrarás hasta dónde llega tu amor omnipotente.” (ASC p. 31)

12 “Para ser humildes es necesario tener una muy grande intimidad con el Sagrado Corazón de Cristo, manso y humilde. Él nos hará fuertes ante las humillaciones que no nos faltarán si de veras buscamos asemejarnos a Él.” (Const. p. 87)

13 “La Sociedad y las hermanas, vivirán siempre persuadidas de que son las últimas y las más pequeñas de las auxiliares con que cuenta la Iglesia Católica para atender a los pobres.” (CC 379)

14 “Porque no valiendo por sí mismas nada, ni sirviendo para nada, las trajo a una Sociedad, que es la más pequeña y la menos útil de cuantas trabajan en la santificación propia y en los ejercicios de caridad con el prójimo, para que en ella procuren llenarse de su espíritu y aprecien ser despreciadas de todos.” (CC 379)

15 “Pero si eligieron para ejercitarse en la práctica de la caridad, ser siervas, la condición propia del siervo es humillarse en todo. Así es que el Instituto, siendo de Siervas, y siendo Siervas las hermanas que lo forman, uno y otras han de ser humildes en cuanto les pertenezca y en cuanto con él y ellas se relacionen.” (CC 278)

16 “¿Por qué tantas veces en las contrariedades he perdido el ánimo si tenía pruebas de que Dios bendecía la obra que había puesto en mis manos? La única respuesta que puedo dar es confesar mi propia miseria.” (I Mem. p. 70)

17 “La humildad es tan necesaria en la vida cristiana y más aún en la religiosa, por ser una de las virtudes fundamentales de la perfección. Virtud que Jesucristo practicó de modo admirable y que con instancia nos invita a aprender de su Corazón, presentándose a nosotros como el modelo y el tipo más acabado.” (CC 381)

18 “El Señor es un Amigo fiel que nos dice con claridad y sencillez todos nuestros defectos y los medios de corregirlos, sin con lealtad se lo pedimos . . . El conoce muestra miseria y debilidad, sabe que nada podemos y por eso tiene siempre su mirada sobre nosotros y su Corazón abierto para ayudarnos.”

19 “Aunque conozco el poco valor que por mi parte tienen mis oraciones, confío por los méritos infinitos del mismo Salvador, pudiendo además alegarle que, a los amigos viejos, como Él y yo lo somos, no se les niega nada.” (CC 132).