“La Hermana encargada de los internos, desempeña una misión difícil pero hermosa, por lo que requiere que además de ciertas aptitudes, tenga caridad y abnegación, pues debe representar para con los niños el amor maternal de que carecen los huérfanos y cuya falta resienten también los que, teniendo padres, viven alejados de ellos por diferentes circunstancias” (Dir. Hnas. 1991, 203, b).
El internado se constituye en comunidad como lugar privilegiado, transmite los valores que les servirán para la vida, porque su proyecto tiende a la adhesión a Cristo, medida de todos los valores de la fe.
La obra de la educación es sumamente necesaria. Para las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, es obligatoria. Es además excelente y por último, muy meritoria.
Es Necesaria porque hay en ellos tendencias diversas, que si se les deja sin dirección, no son capaces por sí mismos de desarrollar las buenas y ordenar las malas; por lo tanto, es necesario que las hermanas cultiven y desarrollen lo bueno y los ayuden a corregir lo malo, para lo cual es preciso que estudien el carácter de cada niño y sus aptitudes para tenerlas en cuenta.