18 “Hijas mías, uds. deben comenzar por respetar y tratar con reverencia a estos miembros doloridos de Cristo. Bien sé que cuesta a la naturaleza respetar a un anciano o anciana achacosos, sucios, impertinentes, groseros o viciosos; pero vendrá luego la fe a descubrirles, bajo aquel repugnante aspecto a un alma redimida con la preciosa sangre de Cristo, a un alma que Uds. pueden ganar para el cielo, mediante los servicios, la paciencia y oportunos consejos que Dios les inspirará en la oración, especialmente cuando rueguen por ellos.” (P.A. p. 272)
19 “Sin duda recibirán injurias y desprecios y quizá de aquellos a quienes han servido con más esmero . . . que los ancianos más molestos sean para Uds. los preferidos. Les ayudará el pensamiento, Hijas, mías, de que en aquellos pobres enfermos abandonados, tristes, se reflejan en su cuerpo y en su espíritu, las señales de los sufrimientos de Cristo Nuestro Divino Redentor.”
(P.A. p. 274)
20 “Con sus enfermos cuidándolos y atendiéndolos en sus necesidades, por caridad y por obediencia, pueden ganarse el cielo y también hacérselo ganar a ellos . . .” (P.A. p. 278)
21 “Si hubiera entre los ancianos algunos con falsas ideas de la religión católica, se procurará ganarlos con la oración, la bondad, el buen ejemplo y la persuasión, pero nunca se les despreciará.” (P.A. p. 272)
22 “Recuerden Uds. que esos pobres ancianos poco han de vivir en este mundo y que al llegar a la presencia de Dios no olvidarán a las que fueron instrumentos de su salvación y en lo material tanto endulzaron sus últimos padecimientos. ¡Qué gloria y qué consuelo para Uds. contar en la patria celestial con tan buenos intercesores que marchen delante como precursores preparándoles y disponiéndoles el camino!” (CC 236)
23 “Hijas mías, vosotras desempeñáis en la Sociedad los oficios más humildes y que exigen mayor abnegación; son los más desinteresados, desconocidos del mundo y aún de la misma Sociedad; sólo Dios los conoce y estima; trabajar sin esperar recompensa, ninguna gloria humana y esto es una gracia porque así nada podrá menguar el mérito si son Uds. fieles en hacerlo todo por su amor con el deseo de la salvación de las almas.” (P.A. p. 272).
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