Título de la Congregación

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La primera parte de este título contiene la palabra Siervas, que en este caso es el sujeto gramatical y tiene en la lengua castellana varias acepciones. Significa una persona que se da a sí misma respecto de otro para mostrarle obsequio y rendimiento. ¿Y qué otra cosa más honrosa para las hermanas y hermanitas, que ser personas, que, por su propia voluntad, se dan a sí mismas para mostrar obsequio y rendimiento al Sagrado Corazón de Jesús? ¿Podrá haber algo más grande, que ser siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los pobres, bajo el concepto expresado?

La segunda acepción no es menos significativa y adecuada a la Sociedad y a las que forman parte de ella, pues significa: Persona que sirve a Dios y guarda sus preceptos. ¿Y cuál es el objeto con que vinieron las hermanas y hermanitas a la Sociedad? ¿No fue acaso para guardar los preceptos del Señor y servirlo, observando además los consejos del Evangelio, que, Cristo vida nuestra, propuso para los que voluntariamente quisiesen seguirlo?

La tercera acepción, por último, no es menos adecuada al hombre pues significa persona muy cuitada y equivale a pobre hombre. Pues bien, la pequeñez, imperfección y nulidad de la Sociedad está de acuerdo con esta acepción y la caracteriza perfectamente, significando el espíritu de santa humildad que le es propio.

Antes del cristianismo, y donde este no ha penetrado, la condición de siervos era y es muy penosa y degradante. El amo adquiría dominio y posesión sobre ellos; pudiendo venderlos, cambiarlos y disponer de ellos, porque formaban parte de su hacienda. Tal es la triste condición de la esclavitud humana; pero, no es así la de las hermanas al ser siervas del Sagrado Corazón de Jesús. ¿Dónde pudieran estas encontrar amo más noble, caritativo y amoroso? Si su verdadero Señor, es Jesucristo y son siervas de su Corazón adorable, Él es su amo y tiene perfecto derecho sobre ellas; pero, lo ejercita para ennoblecerlas y elevarlas, colocándolas en el rango de esposas muy queridas y mimadas. Las adquirió con el precio de su sangre divina. Las cambia, no por otras, sino que a ellas mismas cambia el corazón, para que no se les aficione a las cosas humanas y de este mundo, a fin de que a Él solo amen. Y, en fin, las recompensa en el cielo, después que por sus esfuerzos generosos se dedicaron a amarlo y servirlo en la tierra. ¿Puede darse alguna esclavitud más estimable y más gloriosa?

Ustedes hijas mías carísimas, además de ser Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, sois al mismo tiempo Siervas de los pobres. Esto constituye y trae para vosotras otra gloria […]

Ahora bien, si los pobres son tan amados del Señor ¿podrá haber cosa más adecuada, para las esposas de Cristo Nuestro Señor, que ser sus siervas?

De estas consideraciones, síguense, como consecuencia, estas otras. Las hermanas, al alistarse voluntariamente entre las ‘Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los pobres’, para ser verdaderamente tales, deben obrar de manera que el título que llevan no sea irrisorio. Si son ‘Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los pobres’, amarán entrañablemente a Dios; por su amor se consagrarán al servicio de los pobres, recordando, que vinieron a la Sociedad a servir y no a ser servidas.

El compendio más breve en palabras que pueden servir para expresar el verdadero espíritu de la Sociedad, se encierra dentro de sí mismo título. Y la última expresión de ese espíritu es el conjunto de aquellas dos virtudes, CARIDAD Y HUMILDAD, formando ambas el alma del Instituto y pudiéndose medir el grado de perfección a que hayan llegado las hermanas, por el grado a que hubieren llegado en su práctica.

Lo que las hace Siervas del Sagrado Corazón de Jesús es el amor que tienen a Dios y el vehemente deseo de consagrar su vida entera a su servicio. Pero ese amor y deseo de amar a Dios ¿qué otra cosa es sino la primera parte del ejercicio de la caridad?

Se dieron al Instituto también para servir a los pobres, en aquellas cosas a las que él se dedica, conforme a su fin secundario, lo cual es precisamente el ejercicio de la caridad en sus relaciones con el prójimo. Una y otra cosa es la expresión más completa de la caridad que puede alcanzarse en este mundo miserable […]

De esta manera es como el título de la Sociedad, viene a manifestar en compendio su espíritu y sus fines; porque enseña la condición del Instituto y de las hermanas, y además expresa las dos virtudes que forman y constituyen su carácter y su alma […] Procuren ser verdaderas SIERVAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y DE LOS POBRES, trabajando con todo empeño en adquirir y practicar la caridad y la humildad: hermosas virtudes, que harán a ustedes aceptas al Señor.”[1]

[1] Yermo y Parres, José María, Colección de Cartas dirigidas a las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres por su Padre Fundador, 2ª Ed., Puebla 16 de julio 1975, nos. 269-278