Servicio misericordioso a los Pobres

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La segunda parte del título de nuestra Congregación encauza nuestro amor a Dios en el servicio misericordioso a los pobres. El Papa san Juan Pablo II, en su homilía el día de la beatificación del Padre Yermo, nos dijo que todos debíamos ser misioneros. “Todos apóstoles del Corazón de Cristo. Especialmente sus hijas, la congregación que él fundó, las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, a las cuales dejó como herencia carismática dos amores: Cristo y los pobres. Estos dos amores eran la llama de su corazón y tenían que ser siempre la gloria más pura de sus hijas.”[1]

[1] San Juan Pablo II, Beatificación de Juan diego y de otros siervos de Dios, Homilía, Ciudad de México, 6 de mayo de 1990

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En nuestros apostolados, van inseparablemente unidos el amor al Corazón de Jesús y a los Pobres. El servicio de caridad a los Pobres es para nosotras el medio para inculcar y fomentar en ellos el amor y la verdadera devoción al Corazón de Jesús, como también, un medio para que ellos mejoren su vida cristiana y se comprometan a dejar que Cristo reine en sus corazones y así alcanzar la gracia de que reine también en las familias y en la sociedad.

Este servicio a los pobres no se reduce a procurarles los bienes materiales sino lo que es mucho más, el pan de la instrucción que los conduzca a la vida eterna. Se busca su promoción humana y cristiana y que ellos sean los protagonistas de su propio crecimiento.

Dice el Padre Yermo nos sugiere algunos medios que debemos emplear para obtener el fruto que Dios Nuestro Señor espera: “El primero será poner confiadamente en las manos paternales de Dios, todas las almas de sus educandos, seguras de que para Él, todo es posible; oración siempre, caridad, paciencia, constancia, justicia; nunca dureza que sólo sirve para hacer odiosa la autoridad; a los pobres se les debe tratar como hijos del Rey del Cielo; es medio muy importante la unión y apoyo entre ustedes.” (Proyecto Hombre pp. 39-40)