Nuestra Espiritualidad bebe de la fuente del Corazón de Jesús. Esto se manifiesta en el mismo título que llevamos, Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres. Nuestro Padre Fundador nos consagró al Sagrado Corazón de Jesús, señalándonos el programa de amor y reparación específico de esta devoción, y concretizándolo en el servicio a los más pobres y desamparados.
Somos primeramente Siervas del Sagrado Corazón de Jesús. Esta primera parte de nuestro título señala la primacía que damos al Dueño y Señor de nuestras vidas. Nuestro AMOR al Corazón de Jesús es el fundamento de toda nuestro SER y HACER. En sus escritos, el Padre Yermo concretiza una y otra vez esta verdad. “El objeto que yo me propuse al fundar la Sociedad, fue proporcionar a las almas que aman a Dios un lugar donde pudieran mejor servirlo. ¿No es esto amarlo y amarlo de un modo práctico? Me propuse también que estas generosas almas que así aman al Señor, por ese mismo amor, trabajaran por el bien del prójimo, sirviendo a los pobres. Y teniendo presente lo mucho que Dios es ofendido, principalmente en la Sagrada Eucaristía, quise que para significarle su amor se estableciera la adoración perpetua al Santísimo Sacramento en desagravio por las ofensas y pecados del mundo, así se le ofrecería un continuo acto de reparación, además fue mi deseo intensificar y propagar el amor y devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús.”[1]
[1] YERMO Y PARRES J.M., Querida Hermana, págs. 117-118
El espíritu de REPARACIÓN para nosotras las “Siervas” es esencial, algo que da forma a toda nuestra vida y acción. Nos dice nuestro Padre Fundador: “No olviden ustedes que, como Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, en todo tiempo deben ser reparadoras; en la oración, en el trabajo, en los dolores físicos, en las penas morales de fuera y de dentro, humillaciones, heridas del amor propio, turbaciones, tentaciones en el alma, desolaciones, nublados, tempestades, todo, todo es buen material para la reparación, si se une a la Reparación de Cristo.”[1] La reparación es esencial en nuestra Congregación, que ha vivido intensamente ese espíritu de reparación llevando a no pocos de nuestras hermanas al heroísmo de la virtud en abnegación y generosidad.
[1] Idem., pág. 115
De este AMOR y REPARACIÓN a Dios mana el amor y SERVICIO a los pobres. Nuestra vida es mixta, muy semejante a la de Cristo nuestro Señor, cuando pasó por este mundo. Él pasaba las noches en oración y en la soledad, toda su vida era continua oración, en su fatigoso apostolado. Nosotras ejercitamos la contemplación durante la oración de la mañana, en la adoración a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, así como también en el amor con que cumplimos su divina voluntad. Y en el servicio que por Él damos a sus hermanos los pobres, practicamos la vida activa.
© Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres 2025