EUCARISTÍA, CORAZÓN DE LA COMUNIDAD

El trece de diciembre que en aquel año fue domingo… celebré la Santa Misa en el mismo templo del Calvario, dejando depositada en un pobre Sagrario la Divina Eucaristía. De esta manera principió a ser el constante compañero de las Hermanas Jesús Sacramentado, y de aquí tomó origen esa adoración continua que tantos bienes ha traído a la Sociedad” (Padre Yermo, CC 449).

La Eucaristía es el corazón de la comunidad, toda nuestra vida gira en torno a ella. El sacrificio eucarístico expresa y realiza de modo especial la unión de la comunidad; la hace solidaria con la gran familia cristiana y con toda la humanidad en la celebración del Misterio Pascual de la muerte y Resurrección de Cristo.

Las Hermanas participamos diariamente con fervor en la celebración Eucarística. En ella somos instruidas en la Palabra de Dios y fortalecidas en la mesa del Señor, nos ofrecemos nosotras mismas con Cristo para ser consumadas en la unidad por la redención de todos los hombres.

En todas las casas tenemos al menos un oratorio en el que se celebra y está reservada la Eucaristía. Consideramos que es una gracia y un privilegio vivir bajo el mismo techo que Cristo.

Además de la adoración prescrita, visitamos a nuestro Señor en la Eucaristía después de las comidas y al salir de casa, haciéndole participe de nuestras penas y alegrías buscando en Él la fortaleza que necesitamos para ser fieles a los compromisos contraídos con Dios y con nuestros hermanos.