El Corazón de Jesús está preso, preso por amor, porque es su deseo acompañar a cada uno de sus amigos, que por diferentes circunstancias han llegado a ese lugar. Él no los puede dejar solos, no, su Corazón arde continuamente de amor, amor que consume a sus hijos, para curarlos de sus heridas, para devolverles la paz, la alegría, el amor, la dignidad y sobre todo para darles la libertad, Sí, esa libertad que viene de lo más íntimo del corazón, porque brota del Corazón de Cristo.

El Corazón de Jesús es su fiel compañero, día y noche está con ellos, vivo por el Sacramento de la Eucaristía, así su Corazón late continuamente y llama a cada uno para sanarlo y decirle: ven, no temas, porque Yo Soy misericordioso y basta que me abras la puerta y entraré y tu quedaras sano porque no hay pecado mayor que mi misericordia no pueda borrar, porque es un Océano infinito donde tu vida como una gota de agua se transforma, pero es necesario que entres en esta agua limpia en este océano y dejes que se pierda tu vida en la Mía.

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